19.2.11

No se desespere conmigo

Voy a cometer sacrilegio: mis próximos posts van a ser antiguas publicaciones de mi primer blog. Lo que pasa es que prácticamente nadie ha leído esas cosas y quiero darles otra oportunidad. He calculado que a www.paranadapersonal.wordpress.com entraron entre 20 y 30 personas, de las que por lo menos una se lo tomó en serio. Simples operaciones matemáticas permiten deducir que mi primer blog tenía hasta la fecha una densidad de 3 lectores por texto. Eso es menos que la población de la Siberia o el Ártico canadiense antes del calentamiento global. Suena espeluznante. Es espeluznante. Apelo a su sensibilidad, amigo lector, pero sobre todo a su paciencia. No se desespere conmigo porque suficiente tengo con mis dramas cotidianos.
Lo invito a leer (o volver a hacerlo) los posts emigrados de mi primer blog, donde rige la dictadura del olvido. Imagine. Quizás alguno de ellos se convierta en príncipe después de una temporada en el estanque.

18.2.11

La corta

Confieso con demora lo que debí decir antes: porqué me mudé de blog. Sentido común obliga a empezar por el inicio pero nunca he sido un ciudadano muy respetuoso de las reglas o las instituciones. He a continuación mis razones.
Mi primer blog se llamó paranadapersonal.wordpress.com. Fue fabricado una siesta improbable del año pasado bajo consigna de facultad en razón de dudosas teorías inalámbricas. Mi calificación fue ocho; o sea que mi primer blog era 20% imperfecto y 80% razonable. Nada mal para un siglo que ha empezado con dos guerras, crisis mundial y hambre, hambre, hambre. Fueron, además, ocho post obligatorios que escribí en menos de diez días con la vorágine del juguete nuevo. Mi niño interior pateaba fuerte con ganas de salir, pero lo dejé morir en el huevo la primavera estival de 2010, cuando fui avisado de mi fracaso.
No quiero, en cualquier caso, confundirlos. No quería mejor nota, ese mal que convierte a las personas en residuos carcelarios, sino que me dolió en lo hondo el criterio usado para separar lo bueno de lo malo como un carnicero. Lo premiado fueron los decorados, las cortinas y las puestas en escena más coloridas y condimentadas a la vista. Un bledo lo que digan las trilladas combinaciones alfabéticas. Dicen que los textos largos tienen fecha de defunción en el mercado de las ideas. Nadie se toma el desquicio de leer algo que no reditúe beneficios a la corta, porque la corta es la filosofía de la web, inaugurada por un tipo que tiró de la soga, soltó la guillotina y destazó a muerte lenta a mi primer blog. No guardo rencores, la web también da la oportunidad de empezar infinitamente. Eso es lo bueno de la web: poder dejar para mañana lo que podrías hacer hoy.
La consigna pedía show, erotismo, pornografía. Yo no podía dárselo porque para mí el corazón merece menos mermelada, más respeto. Yo creo en la belleza interior de las cosas más obtusas, subliminales. No acostumbro a leer el manual de instrucciones.

16.2.11

Soy

Me presento: 21 años, cordobés, por momentos intransigente pero buen tipo en general. Casi licenciado, casi escritor, casi músico. Coleccionista de quimeras: sueños de guitarrista desbocado, cantante de bañera, hippie enlatado, revolucionario de oficina. Acostumbro a perder la mayoría de los concursos en los que participo y cuando gano nunca salgo primero. Mi currículum está lleno de intentos fallidos. Tengo mejor humor por las mañanas, cualidad que se desgasta durante el resto del día. Me desvivo por anécdotas poco felices de una historia de amor. Tengo una carta firmada por Ernesto Sábato. Hay por lo menos una Adriana en el mundo que nunca dejó de creer en mí. Las mejores ideas se me ocurren cuando no tengo dónde escribirlas y padezco las ventajas de tener un blog que nadie lee. No quiero, en el mejor de los casos, que piensen mal de mí. No estoy loco. No mastico 20 veces cada bocado ni pido permiso para levantarme de la mesa ni tengo secretos interesantes. Confieso sentirme en el mediodía equivocado, un poco ridículo en medio de una multitud que luce exactamente igual a mí. Me pasa a veces que cuando me animo a volar el despertador me recuerda que estoy llegando tarde.