2.3.11

La sonrisa de la televisión


[Publicado en "www.paranadapersonal.wordpress.com" el 5 de septiembre de 2010]

Prendo la tele: una sucesión de personas sonrientes miran a la cámara y dicen “yo sigo”. Lo dicen con certeza, convicción y satisfacción. Parece que están seguros de lo que están diciendo, especialmente la chica de los ojos verdes que sentada en la cama le revela al mundo una sonrisa emocionante. Uno diría que guardan la fórmula de una vida plena, ajena a las dudas, que siempre marcha hacia delante.

Yo me quiero casar, ¿y usted?
La frase no es menos contundente: “Yo sigo”. Pero ocurre acá que no se trata de una pequeña frase testaruda. Es más bien un decidido grito al destino, tan decididamente certero como un flechazo en la oscuridad. He aquí que la cosa no se termina en el punto final. La frase incita a una pregunta, nos desnuda y nos obliga a tomar partido: “Yo sigo. [¿Y vos?]”. ¿Se dan cuenta? Es como el combo de la hamburguesa y las papas, como don Quijote y Sancho Panza. Usa la misma lógica con que el inolvidable Roberto Galán nos preguntaba: “Yo me quiero casar, ¿y usted?. No es posible ser indiferente a una interpelación de esa naturaleza. O te querés casar o no. Fin de la cuestión. Con esta otra pasa un poco lo mismo. Me entero de a poco, como en cuentagotas, que Fibertel tiene la licencia vencida, que el Gobierno no se la quiere renovar, que me voy a quedar desconectado del mundo, que eso no va a pasar, que Clarín mafioso, que el pueblo los quiere ver muertos [guiño de ojo a la cámara], que Lidia Papaleo busca prensa para ir al bailando 2011, que los desaparecidos están en Miami riéndose de nosotros. ¡Paren un poco!. Tomo aire, me concentro y vuelvo al letargo íntimo de la televisión. Ahí es cuando aparecen estos rostros felices, jóvenes, rosados, encantadores. Difícil no llevarles la corriente. Yo, que estoy tímidamente sentado en la punta de la silla; ellos, inescrupulosamente coloridos. Claro está, hay una duda que me pica en la planta del pie. Un aguijón, quiero decir. Un hierro al rojo vivo que me quema desde el ´76. ¿Les debo algo?. ¿Le debo algo a Fibertel?. Yo pagué a tiempo cada una de mis facturas. Lo mínimo que podrían haber hecho, como lo hicieron con sus también sonrientes inversores de Estados Unidos e Inglaterra, era avisarme que su licencia podría expirar. ¿Ustedes siguen?. Yo no. Cuando la televisión sonríe, muestra los dientes.

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